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Los Hermanos Grimm, ¿trovadores e inspiradores?

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¿Quién no ha oído hablar de Caperucita Roja o de la casa de pan de jengibre de Hansel y Gretel? Los cuentos de los Hermanos Grimm han acompañado la infancia de los europeos, contribuyendo a forjar una cultura común. Este estatus particular se subraya con la inscripción de los manuscritos originales en el Registro «Memoria del Mundo» de la UNESCO en 2005.


Sin embargo, este reconocimiento no se limita a su contribución al mundo de los cuentos. Los hermanos Jacob y Wilhelm reunieron con gran rigor científico todas las palabras del idioma alemán en el diccionario más importante desde el siglo XVI. Aquella obra que quedó inconclusa a su muerte.

Autores de libros sobre la gramática del idioma alemán y protectores de su patrimonio, los hermanos Grimm son los verdaderos fundadores de la germanística, aunque sean conocidos principalmente por sus cuentos contribuyendo incluso a la elaboración del prototipo del cuento de hadas. Cuentos que no son simplemente historias destinadas a llevar a la juventud a los brazos de Morfeo, sino que forman parte de un legado profundamente europeo.

Del desinterés al éxito

El proyecto de recopilación de cuentos nació bajo el impulso de Clemens Brentano, figura romántica alemana. En ese momento trabajaba en colaboración con su cuñado, Ludwig Achim von Arnim, en una colección de canciones populares alemanas (Des Knaben Wunderhorn), siguiendo el ejemplo dado por el filósofo prusiano Johann Gottfried Herder (Stimmen der Völker in ihren Liedern).

Todos compartían la convicción de que era en las canciones populares, la literatura tradicional y las danzas folklóricas donde mejor se reflejaba el espíritu de un pueblo. Jakob y Wilhelm decidieron enfocar su proyecto en los cuentos y publicaron los Cuentos para la infancia y el hogar (Kinder- und Hausmärchen), que revisaron y modificaron.

Dio a luz siete versiones de los cuentos de Grimm, pero hasta la «pequeña edición» de 1825 (Kleine Ausgabe, que contenía solo 50 cuentos), los cuentos habían tenido poco éxito.

Si comparamos las siete ediciones, se nota que algunos textos fueron revisados varias veces, e incluso abandonados: los hermanos Grimm optaron por excluir o modificar cuentos claramente provenientes de una tradición extranjera (como los Cuentos de mi Madre l’Oye de Charles Perrault), o que no estaban lo suficientemente adaptados para los niños.

A lo largo de las ediciones, surgió un proceso de adaptación lingüística y estilística. Este proceso fue el origen del modelo del «cuento de Grimm», que posteriormente se convertiría en el prototipo del «cuento de hadas».

Olvido y rehabilitación

Sin embargo, acusados de promover el nacionalismo, los cuentos de los Hermanos Grimm fueron descartados durante la “desnazificación” que siguió a la Segunda Guerra Mundial. En su intento por construir la identidad alemana los cuentos fueron criticados por los Aliados; en First steps in cruelty, publicado en 1947, el mayor británico T. J. Leonard acusó a las obras de haber provocado en los niños una tendencia inconsciente hacia la crueldad.

En consecuencia, no se otorgó ninguna licencia de reimpresión para los cuentos de Grimm en la zona de ocupación británica, mientras que, en la zona de ocupación estadounidense, los cuentos de Grimm fueron simplemente sacados de las escuelas y bibliotecas para ser enviados al extranjero.

Fueron los trabajos de los psicoanalistas los que volvieron a poner de moda los cuentos en los años 1970, con Bettelheim y Freud.

Nacimiento de un género

El género del cuento de hadas se distingue por lo maravilloso, es decir, por lo sobrenatural que es aceptado como una evidencia. Este aspecto permite diferenciar el cuento de hadas del cuento fantástico que se caracteriza por un universo realista donde lo sobrenatural irrumpe.

Además, el cuento de hadas se diferencia del género de la fábula en que esta última es más corta y su moraleja es explícita. El cuento de hadas está extremadamente codificado: el lingüista Vladimir Propp elaboró un prototipo del cuento de hadas original basándose en los cuentos tradicionales rusos. Identificó 31 funciones, que son acciones significativas, presentes o no, pero siempre en el mismo orden, organizadas en átomos narrativos, así como siete categorías de personajes (el villano, el donante, el auxiliar, la princesa, el mandatario, el héroe y el falso héroe).

Los folcloristas de la Escuela finlandesa añaden a la tesis de Propp el aspecto iniciático de los cuentos de hadas, que se transcribe en varias etapas: la situación inicial, el elemento perturbador, las peripecias, el elemento de resolución y la situación final.

Varios autores, como el especialista en literatura Jacques Barchilon, sitúan el nacimiento del cuento maravilloso escrito en el siglo XVI en Italia, con el Pentamerone de Giambattista Basile y Las noches agradables de Giovanni Francesco Straparola. Pero es en el siglo siguiente cuando el género se populariza a través de los salones literarios mundanos, con figuras como Charles Perrault, Madame d’Aulnoy, Marie-Jeanne L’Héritier de Villandon y Henriette-Julie de Castelnau.

Aunque los Hermanos Grimm son posteriores a esta época, el cuento sigue siendo un género muy en boga a principios del siglo XIX.

Una poética del cuento

Para Jakob y Wilhelm, es en la historia de la «poesía» (del griego poiêsis, que significa «creación») popular donde se retrata más fielmente el espíritu de un pueblo, y cuanto más se remonta en el tiempo, más se accede a un estado originario y auténtico de la lengua y los textos. Según ellos, los fundamentos de la «poesía» se encuentran en los cuentos, las leyendas, las epopeyas o la mitología, es decir, en relatos que han sido objeto de una transmisión oral.

Al igual que sus contemporáneos, los hermanos Grimm hacen comenzar la historia de la poesía en las diferentes civilizaciones de la Antigüedad, especialmente la griega. En la Grecia antigua toda expresión literaria se calificaba de «poética», ya fuera arte oratorio, canto o teatro. La oralidad permitía a cada narrador aportar su toque personal, aunque los relatos se inscribían en una larga tradición, similar a los poemas homéricos.

No obstante, de todas las formas de narración oral, el cuento es la que les parece ser la forma más popular, y por tanto, la más sincera.

Un enfoque elitista y alemán…

Inicialmente, los cuentos de Grimm fueron concebidos para ser una antología con fines científicos y patrióticos reconectando con la cultura germánica, no para ser cuentos destinados a la juventud. Así, los hermanos Grimm no buscaron ofrecer cuentos innovadores sino más bien dar testimonio del sentimiento «poético» alemán. Su proyecto ni siquiera era particularmente original ya que otros les habían precedido en la recopilación de cuentos. Johann Karl August Musäus, por ejemplo, había publicado una colección de Cuentos populares alemanes entre 1782 y 1787 (Volksmärchen der Deutschen). De hecho, los cuentos constituían a finales del siglo XVIII un género de moda en Europa en una época compartida entre el gusto por lo fantástico y el racionalismo proveniente de la Ilustración.

En cambio, la originalidad de los Hermanos Grimm reside en su modo de narrar los cuentos. Como su intención era preservar la autenticidad de los cuentos, se prohibían modificar el contenido y criticaban a otros narradores por no haber reflejado siempre fielmente la «alma del pueblo» original. No obstante, el estilo de los cuentos de Grimm evolucionó a lo largo de las ediciones para acentuar los efectos de oralidad, por ejemplo, mediante la introducción de diálogos o la triple repetición de preguntas y motivos. Sin embargo, cuanto más Wilhelm revisaba los cuentos, más Jacob se distanciaba del proyecto.

Esta voluntad de autenticidad se presenta en el prefacio de la primera edición de sus cuentos, donde Jacob y Wilhelm Grimm afirman que: «Todo […] ha sido recogido y reunido según las tradiciones orales en Hesse y en las regiones del Main y de Kinzig, en el condado de Hanau, del cual somos originarios.» De igual manera, en la pintura Die Brüder Jacob und Wilhelm Grimm bei der Märchenerzählerin Frau Viehmann in Niederzwehren, pintado por Ludwig Katzenstein en 1892, se puede ver a los dos hermanos escribiendo el relato de una narradora, Dorothea Viehmann.

…pero un resultado popular y europeo

Todo indica que los Hermanos Grimm recorrieron su región de origen para recoger sus cuentos directamente de la gente. En realidad, estos les fueron transmitidos principalmente por un pequeño círculo de conocidos provenientes de entornos cultos especialmente dentro de la comunidad hugonota.

Durante mucho tiempo, guardaron silencio sobre las narradoras que les habían proporcionado los cuentos: por un lado, querían mantener el mito de una transmisión popular y anónima de los cuentos; por otro lado, el origen hugonote (y por lo tanto francés) de la mayoría de sus fuentes contradecía su visión de un legado «puramente germánico» de los cuentos. Este origen hugonote explica la proximidad entre el repertorio de cuentos de Charles Perrault y los de los Hermanos Grimm.

Los cuentos de Grimm se inscriben, por lo tanto, en una tradición europea centenaria, entre el legado germánico y francés, y perpetúan su alma y su impulso vital.

Aparecieron en España en 1862. El Semanario Popular de Madrid los publicó por primera vez, empezando por El conejo y el erizo (#187, 3 de abril de 1862) y El huso, la lanzadera y la aguja (#188, 1 de mayo de 1862). En aquellos años, Antonio de Trueba escribió en el prólogo de sus Cuentos de varios colores (1866): “Los hermanos Grimm publicaron sus cuentos […] y su colección apenas llegó a conocerse en España hasta que, hace muy pocos años, se tradujo parte de ella al francés […]”. Los especialistas españoles coinciden hoy en que los cuentos llegaron a su país a través de las traducciones francesas. (N. del T.)

Los hermanos Grimm, a través de su trabajo científico de recopilación de cuentos, permitieron a la vez preservar un legado cultural europeo abundante y construir una imaginación colectiva marcada por una búsqueda de autenticidad. Aunque su enfoque fue iniciado por un deseo patriótico, se inscriben en el cruce de múltiples folclores europeos.

A través de estos testimonios de la poesía popular, Jakob y Wilhelm Grimm muestran que los cuentos no son únicamente entretenimiento para niños, sino lecciones dirigidas a todas las generaciones, y que se inscriben en el largo devenir de una civilización.

 

Mathilde Théry
Institut Iliade, Promoción Carlomagno

Traducción a cargo del Instituto Carlos V