« Sí, hay algo invulnerable en mí, algo que no puede ser enterrado y que atraviesa las rocas: se llama mi voluntad. Pasa a través de los años, silenciosa e inmutable ». Con estas palabras de Nietzsche podríamos honrar la memoria de Don Pelayo y de sus 300 guerreros, cuyo sacrificio sigue inspirandonos.
Guiado por el recuerdo de esta mítica batalla que determinó el destino de una civilización, me gustaría rendir homenaje a las señales que encontramos desde hace milenios de historia. En el corazón de aquella cordillera Cantábrica se levantaron, hace 1300 años, un puñado de héroes; en esta tierra, regada con su sangre, floreció una revuelta que duró 8 siglos, al final de los cuales una deslumbrante victoria coronó un segunda vez, como homenaje a nación entera y de nuevo libre, la gloria imperecedera de los guerreros cántabros. . El ejemplo de esta batalla en el corazón de la Cantabria infinita, nos impulsa a la insumisión, al coraje, al rechazo de todo derrotismo, a formarnos y a dar lo mejor de nosotros mismos.
Ahora nos toca a nosotros. Corresponde a los jóvenes de Europa ser los dignos protagonistas de esta larga historia, ser los fieros guardianes de nuestro patrimonio. Las canciones que mantienen viva la memoria de los héroes del pasado nos recuerdan que ninguna batalla está perdida de antemano. Pero hay que librarla.
Mi clase del Instituto Iliade ha elegido a John Ronald Reuel Tolkien como figura tutelar; filólogo, escritor y poeta que bebe de la fuente imperecedera de la larga memoria europea, encarna para nosotros la transmisión, el vínculo entre el pasado y el presente, la historia y la cultura europea engrandecida en una epopeya que recuerda las mejores horas de nuestra historia y nos incita a luchar.
Pero primero, debemos prepararnos. El compromiso y la formación, en el Instituto Iliade o cualquier otra organización cuyo objetivo sea fortalecer el alma y el corazón de los verdaderos europeos, dan a nuestra juventud la tinta necesaria para escribir las páginas aún blancas de su futuro, y las armas que necesita para librar las batallas de hoy.
Nuestra lucha prioritaria es el rechazo de lo universal, del gran magma humanitario global, de la indistinción generalizada. Luchamos contra una modernidad que nos cree reemplazables e intercambiables, desde los individuos hasta los pueblos. Debemos oponer al reino de lo abstracto el concreto de nuestras filiaciones biológicas, familiares, culturales, sexuales, sociales, territoriales, religiosas… En una palabra, nuestra identidad.
Reclamar y defender nuestra identidad, rehacer un pueblo, reformar comunidades, re-hacer naciones, este es el estribillo que debe enmarcar nuestras vidas y cada una de nuestras acciones. Contra las amenazas de alienación de nuestra identidad etnico-cultural, Iliade nos entrena para resistir, para regenerar y para despertar, a través del conocimiento de lo que somos.
Historia, filosofía, estética, actualidad… Hacer de este conocimiento la piedra angular de la reconstrucción de la civilización, del despertar europeo, cultivando nuestra larga memoria a través del estudio de una herencia gloriosa: eso es lo que pretende el Instituto Iliade.
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1300 años nos separan de Covadonga, de Don Pelayo y sus 300, que se hicieron eco de otros 300 que, doce siglos antes que ellos, en el otro extremo de nuestra hermosa Europa, también pusieron fin a la invasión de nuestro continente. Esquilo escribió de los griegos, y a través de ellos de todos los europeos, que «no se consideran esclavos ni súbditos de nadie». 2500 años de resistencia europea, de insaciable sed de libertad, de implacable voluntad de ser lo que somos.
«Somos lo que fuisteis; seremos lo que sois», cantaban los espartanos. Nos formamos para parecernos a los que nos precedieron. Es para imitarlos que actuamos. Es por mantener vivo su recuerdo que venceremos.
Gustav Malher decía que «la tradición no es el culto a las cenizas, sino la conservación del fuego». Con el mismo espíritu, Dominique Venner, según cuyos deseos se fundó el Instituto Iliade, escribió que «la tradición no es el pasado, es lo que no pasa». Para que esta larga memoria no muera, como la hoguera cuando todo el mundo se duerme, debemos mantenerla viva y no dejar de alimentarla con madera joven y orgullosa. Esta es la vocación del Instituto Iliade.
El Instituto nos habla de un ser específicamente europeo y multimilenario, que se expresa a través de diferentes identidades regionales y nacionales, pero que está vinculado por la lingüística, la geopolítica, la paleogenética y los mitos compartidos, todos ellos procedentes de nuestras raíces indoeuropeas. Nos transmite un conocimiento europeo compartido que va desde las fuentes griegas hasta los pensadores alemanes de la Revolución Conservadora, como Spengler, Jünger y Schmitt, pasando por Roma y su Imperio, el Gran Siglo y la Edad Media cristiana, en la que brillaron la nobleza de las armas y las virtudes.
En el Instituto de la Ilíada procesamos todos los aspectos de la civilización europea, insistiendo en su singularidad, su grandeza y sus recursos siempre vivos. Nuestro objetivo es dar sentido y puntos de referencia a las jóvenes generaciones de europeos que se enfrentan a las trágicas consecuencias del Gran Reemplazo Étnico y del Gran Borrado Espiritual.
En la vanguardia de la lucha por la identidad, el Instituto ILIADE propone el Gran Recurso, basado en la tríada homérica esbozada por Dominique Venner: la naturaleza como fundamento, la excelencia como meta, la belleza como horizonte. Nuestra ambición es formar a hombres y mujeres jóvenes conscientes de sí mismos y preocupados por su historia, que aún está por escribir. Ante los peligros que nos amenazan -y Hölderlin nos recuerda que «donde crece el peligro, crece también lo que salva»-, ante el precipicio al que nos ha conducido la inconsistencia de una generación, aprendemos a discernir los riesgos que nos esperan y la abnegación que será necesaria, pero también el entusiasmo y la alegría de tener que afrontar tal reto. « A menudo », nos dice Beowulf, « el destino salva a un hombre condenado a morir cuando su valor no falla. »
Seremos los animadores del necesario despertar europeo, capaces de dar a la acción cívica o política la indispensable dimensión cultural y metapolítica. Nuestra consigna: ponernos al servicio de una comunidad de destino, que corre el riesgo de desaparecer si no se hace cargo de sí misma.
De la teoría a la práctica, de la reapropiación de nuestra historia a la valentía del compromiso, estudiamos el legado de nuestros mayores y aprendemos a afilarlo como punta de lanza de nuestras luchas actuales.
Para cambiar el curso de la historia, necesitamos hombres de pensamiento y acción. Ambos son inseparables. Es fácil hablar de valores, pero debemos encarnarlos en nuestra vida cotidiana.
Cada día, en la más mínima de nuestras decisiones, debemos mostrar una «conciencia civilizatoria»: llevar nuestro patrimonio en alto pero sin caricaturizarlo, y no ceder ante un sistema que quiere aplastarnos. Todo el mundo tiene un papel que desempeñar. En un momento sin precedentes en el que el más mínimo elemento de nuestra identidad está amenazado, casi todas las decisiones se convierten en políticas. Lo que consumimos, lo que hacemos leer a nuestros hijos, su exposición a las pantallas, a la propaganda mediática… Entre todos, los que ingresan en el Instituto Iliade tienen la vocación de mostrar virtudes y compromiso más intenso, de pertenecer a una élite.
Es nuestro deber afirmar y desplegar nuestra visión del mundo, así como conducirnos honorablemente, según el antiguo ejemplo de quienes nos precedieron, en una lucha de todos los momentos. La buena vida del hombre honesto, el kalos kagathos de los caballeros europeos, desde Aquiles hasta Aragorn, pasando por Don Pelayo y sus guerreros, seguirá siendo siempre superior al consumo desenfrenado del átomo liberal desarraigado de la ciudad mundial. Frente al «último hombre» de Nietzsche, aquel cuyas necesidades nunca se verán satisfechas, somos la sonrisa confiada del caballero de Durero que cabalga estoicamente hacia su deber sin echar la menor mirada a la muerte o al Diablo. Samurai de Occidente, queremos vivir según la ética que dice «El deber pesa mas que una montaña, pero la muerte es más ligera que una pluma».
Nuestras palabras clave deben ser entonces honor, lealtad y compromiso. Nuestros valores, el coraje y la insumisión. La formación intelectual y cultural, el conocimiento de nuestra historia, la preservación de nuestra memoria nos permitirán a nosotros, juventud Europea, ser la generación que podrá reconquistar su identidad.
« Cuando todo parece perdido, cuando la ciudad está sitiada, cuando los corazones estan plagados de duda y pesimismo, muchos huirían para escapar de un destino ineludible y fatal. Nosotros no somos de ellos, estamos aquí, rectos y orgullosos, decididos a atravesar la oscuridad y reavivar el fuego de la esperanza en Europa. »
Heimdall R.
Reseña de prensa
- Hace 1.300 años empezaba en Covadonga la Reconquista, nuestro hecho fundacional, elmanifiesto.com, 27 mai 2022
- Ciclo académico sobre la batalla de Covadonga en el hotel de la Reconquista, La Nueva España, 27 mai 2022
- La soberanía, la nación española y Covadonga, al descubierto, La Nueva España, 28 mai 2022